Últimamente me han recordado un tema álgido en
migración y es el de la conformación de parejas binacionales ya que es un hecho
que en muchos procesos migratorios se haya dado la posibilidad de conformar una
pareja bicultural y por ende, alguno de los dos involucrados ha debido dejar
atrás su familia de origen, su territorio y su entorno finalmente.
Dentro de estas posibilidades han sido muchos los que no tuvieron que ir
más allá de tener que radicarse en países con lengua distinta, pero que por lo
menos sí pudieron continuar dentro de un espacio cultural, laboral y religioso
bastante similar al de origen.
Con esto no quiero
decir que esta situación no conlleve diferencias al interior de la relación,
pero por lo menos en algunos aspectos de la vida no afectará profundamente el proceso de la crianza de los hijos.
Cuando se conforma
una pareja, no es muy difícil respetar e intentar comprender al otro, pero
cuando se comienza a interponer la crianza de un “tercero” la historia ya no es
tan sencilla pues recordemos que al conformar esta nueva familia también se
encontrarán otros actores involucrados como lo son los padres, los abuelos, los
tíos, la escuela y los vecinos, sin entrar a profundizar en los intangibles,
como la religión, las otras costumbres y las lenguas.
Bueno, no puedo
hacer hincapié en solo lo difícil del proceso, también puedo mencionar que
conformar una pareja binacional tiene sus dulces y especiales connotaciones
positivas, al igual que sus encantos.
Con la
conformación de parejas binacionales, se crean nuevas redes sociales
multiculturales, se aprenden nuevos valores y costumbres y los hijos además de
dominar con gran facilidad diversas lenguas, se moldean con una plasticidad
social y habilidosa que ninguna escuela académica podría enseñarle a otros
niños nunca.
Aún cuando en
conclusión se diga que el proceso no será fácil, es justo asumir lo propio,
nadie nos obligo a tomar ese camino, porque para bien o para mal somos hombres
y mujeres libres de escoger nuestro destino. Entonces si perteneces a este
grupo, partamos de la premisa que nadie puede hacer las cosas mejor por ti y tu
familia que tu compañero (a) y tú mismo, entonces es hora de comienza a trabajar en ello.
La estrategia más
grande que se puede asumir en estos casos es la de redireccionar tu vida
aprovechando la oportunidad que se te está brindando, aunque claramente, se
deberá estar siempre abierto a confrontar los errores comunicacionales, a ser
flexible, a escuchar con mayor interés y hasta, querámoslo o no, a aprender
mejor esa otra lengua.
Existen diversas
posibilidades de escenarios al conformar este tipo de parejas, ya sea porque
cada uno de sus miembros habla una lengua o una religión diferente, sus diferencias culturales son bastante significativas o porque en
algunas de ellas han debido convivir con la mezcla de una o varias de estas
diferencias.
Independientemente del punto de
vista con el cual se haya conformado la pareja, el reto es único y la ventaja es
que las estrategias de unión son parecidas: Nunca dejar que se apague el
sentimiento, concebir que la fidelidad matrimonial no existe sino que se crea
día a día, confiar, respetarse y preocuparse el uno por el otro, intentar profesar una visión bastante parecida de la vida, los
principios y valores, responsabilizarse en igual medida cada uno por los hijos,
crear redes familiares y sociales en conjunto y planificar espacios de diversión y rituales
culturales en pareja y en familia.
Y como el tema es tan
extenso, queda parte del asunto para dentro de 15 días.
A todos una feliz semana.
+ Mónica Riveros
www.online-psicoterapia.com
@psico_migrante