La verdad no sabía por donde podía comenzar este blog pero decidí empezarlo retomando lo que para mi misma significó y significa el hecho de migrar bien desde mi propia vivencia o bien desde mi experiencia profesional. Por ello, considero que es importante partir del sentido que tiene la palabra ¨ilusión¨, ese término que nos aleja de la realidad acerca en de las posibles diferencias culturales, de clima y de idioma, que se nos van a presentar.
Pero bueno, la ventaja es que aún hoy en día pienso que sí la ¨ilusión¨ no hubiese pesado sobre la
razón, quizás algunos de nosotros nos habríamos perdido esta aventura de enriquecer
de semejante manera nuestras vidas, al punto que algunos familiares, amigos,
parejas y compañeros no pueden ni podrán llegar a comprender.
Desde antes de viajar, nuestro cerebro recurre a su gran
capacidad de análisis y nos llena de esperanza,
optimismo, valentía, curiosidad y templanza, presentándonos el panorama de
manera positiva y llenando nuestros imaginarios de ¨ilusión¨, logrando a su
vez ocultar los posibles
cambios o contratiempos que muy seguramente de una u otra forma ibamos o vamos
a vivir.
Uno de esos cambios, es el de adquirir la “eterna nostalgia” nunca más resuelta,
difícilmente interpretable o inimaginablemente comprensible, presente cada vez
que se recuerda los viejos logros, la familia, el terruño y hasta los espacios
donde tuvo lugar nuestra niñez. Aquí querido lector, podrás estar enojado
conmigo por mencionar el tema, pero tendrás que comprender que me compete
aclarar muchas situaciones que vivimos, no todos ellas hermosas y parte de un cuento de hadas. Ya mejores vivencias te contaré, solamente ve analizando y
considerando si lo que te expongo te es válido o no.
Luego de esta acotación, me permito continuar con el
camino de migrar, ahora bien, al comenzar este viaje en la mayoría de casos sin
retorno y con ello me refiero al hecho de que nunca más volveremos sinceramente
a ser los mismos, no seremos más de aquí o de allá porque pasaremos a ser de
ambas o muchas partes y esto nos hará ser, si lo asumimos positivamente, gente
aún más grande, grande de pensamiento, de corazón y de espíritu.
El día que comienza la odisea del migrante, la mayoría de
nosotros somos acompañados por nuestros familiares, como un ritual de despedida
que le hace entender tanto al que se va como al que se queda, que nunca estuvo
solo y que nunca más lo estará a pesar de la distancia, aún cuando este ritual
conlleve un miedo implícito de la posibilidad
de no volverse a ver una vez más.
Te despides, lleno de ¨ilusiones¨ y muchas veces sin
buscarlo, observas de inmediato las diferencias de cultura desde que subes al
avión o si has corrido con buena suerte, te ocurrirá tan solo una vez aterrizas en tu nuevo
país. A partir de ese día el tiempo comienza a correr como en un partido de
fútbol y cada segundo va a contar, a
partir de ese momento comienzas a ser parte del enriquecedor mundo de los
migrantes, porque sin darte cuenta acabaste de hacer uso de tu mejor tiquete,
no el aéreo, sino el del pase a la verdadera universidad la de la vida ¨empezando casi de cero¨, como lo dicen
textualmente muchos de mis migrantes, dejando de ser de cierta forma quien eras,
aligerando el equipaje para poder tomar en él muchas cosas nuevas que vas a aprender
y a adquirir y que te redefinirán constantemente y de nuevo como persona.
El día que pisas tu nuevo país de acogida rompes el
primer lazo fuerte con tu país, el país del corazón y ese mismo día comienzas a
reconocer cada uno de tus tantos recursos personales que conformaban tu mal
llamada monotonía existencial, a partir de ahora tendrás que dar espacio a tu creatividad, a tu pensamiento crítico, a tu
vitalidad, valor, inteligencia social, capacidad de autocontrol y prudencia
y mientras más entusiasmo le pongas, mejor!
Para ello, si
aún no has migrado, si estás pensando en regresar, o si simplemente porque ya
es casi deporte, y has pensado en migrar a un tercer lugar, te propongo llevar a
cabo la siguiente estrategía, aplicable a cualquier contexto nuevo que debas
confrontar:
Existe un ritual llamado “oscilación”, desarrollado por Aaron Antonovsky (1987) y utilizado por Froma
Walsh (1998), tómalo como un juego, imagina durante algunos días que ya vives
allá, habla en el idioma que te será local, compórtate como lo harían tus
nuevos interlocutores, infórmate de las posibilidades laborales, de los
rituales cotidianos, de la alimentación típica, de los procedimientos regulares
para los permisos de estadía, del costo de vida, asociaciones de compatriotas, busca
contactos, toma un mapa de la ciudad donde te vas a radicar y analízala desde
ya, no esperes a ser el pequeño que se encuentra adentro, es más fácil
reconocer un nuevo entorno en principio desde afuera, y el resto ya vendrá.
Ayúdate rápidamente en tu reconocimiento local, lo primero que hacen los deportistas es realizar el reconocimiento de la cancha, de los espectadores y hasta del clima, bueno entonces ahora te toca a tí, recuerda que el tiempo comenzará a correr en el mismo momento que pises tu nuevo territorio y de ti depende ganar.
Ayúdate rápidamente en tu reconocimiento local, lo primero que hacen los deportistas es realizar el reconocimiento de la cancha, de los espectadores y hasta del clima, bueno entonces ahora te toca a tí, recuerda que el tiempo comenzará a correr en el mismo momento que pises tu nuevo territorio y de ti depende ganar.
Cada vez que
realices está actividad o “ritual” te darás cuenta que es casi de carácter
preponderante realizarlo en pro de tu bienestar. No puedo negar que estas situaciones
ficticias realmente te facilitarán el aterrizaje en tu nuevo espacio vital.
Es algo contradictorio emocionalmente, se deja atrás gran
parte de tu vida anterior pero pasas la página para comenzar un nuevo capítulo
lleno de aventuras que te retarán, fortificarán y enseñarán, así que déjame
felicitarte porque si lo vemos bien, eres uno de los afortunados que hará
verdaderamente Camino al Andar.
+Mónica Riveros