Continuando con el último tema relacionado al
desarraigo, es válido también mencionar que el vínculo afectivo existente entre
los padres y los hijos es muy importante a la hora de transferir y enseñar las
habilidades que permiten conformar nuevos lazos sociales en los hijos de los
migrantes, siendo a través del
modelamiento de los padres que los hijos prueban y llevan a cabo nuevas maneras
de relacionarse con el entorno, fortaleciendo o resquebrajando su autoestima,
autoreconocimiento y reafirmación.
Con el apoyo de los padres, los chicos pueden construir
o reconstruir gran parte de su identidad intercultural. Digo construir o
reconstruir porque, los pequeños que aún no se han involucrado socialmente se
adaptarán más rápido al nuevo contexto en comparación con aquellos que adicionalmente
al haber crecido rodeados de sus abuelos, primos y tíos, ya se encontraban
escolarizados, para ellos el proceso migratorio les implicará re-construir aún
más su identidad.
Muchas personas piensan que migrar solo afecta a quien
tomó la decisión pero no a quienes le acompañan o se encuentran a su alrededor
y no es así. Algunas veces, algunos padres migrantes terminan formando hijos
solos, deprimidos y tristes por descuido, dando paso con ello a problemas
psicólogicos de gran envergadura como dificultades
de aprendizaje o incluso transtornos emocionales y comportamentales.
De allí el reto que se genera para los padres, ya sea
que hayan migrado en compañía de los hijos o sin ellos, en todo caso, se debe asumir la responsabilidad
familiar de crianza a través de estrategias que les permitan a los hijos
adquirir las destrezas necesarias para acomodarse al nuevo sistema dentro de un
ambiente cálido y protector.
Muchas personas mencionarán constantemente lo
enriquecedor que es crecer bajo dos sistemas referenciales pero también es
cierto que ello conlleva dificultades de adaptación para muchos de los
involucrados, al sentir que no se es ni de allá, ni de aquí. Este sentimiento
se genera en la vivencia de una nueva realidad social y cultural basada en un
híbrido de valores sociales, culturales, comportamentales, emocionales y lingüísticos
que en los hijos son asumidos de forma defensiva pero a su vez también
constructiva y plástica aún bajo la presión de cambios intensos y extremos,
siendo allí donde nosotros como padres no podemos ser ajenos a este proceso.
Este acompañamiento deberá contar con los recursos
culturales y simbólicos que nosotros les hemos proporcionado, estando en la
obligación de acompañarlos en este camino de forma amorosa, comprensiva y sobre
todo presencial. De allí en adelante solo nos queda esperar que logren obtener su propio
proceso de acomodación de la manera más adecuada, sana y positiva posible.
+Mónica Riveros
www.online-psicoterapia.com
@Psico_Migrante