Retomando el tema de la última entrega mencionaba que, el choque cultural surge algunas veces por el trato con otras
personas de antecedentes muy distintos, por lo tanto, espero que a la fecha hayas ya logrado analizar tu país de acogida y hayas estudiado si podrás acomodarte a la ideología
política que desarrolla, a la religión que profesa, a las diferencias que posea
de género y que de otra parte hayas podido aprender a convivir con ellas.
El choque cultural puede también estar relacionado con el desconocimiento de la otra cultura y
por ello sostengo que mientras mas pronto socialicemos con los locales, más pronto estaremos en capacidad de comprenderlos de la mejor manera posible. Necesitamos personas que nos referencien dentro de este nuevo sistema a la mayor brevedad posible.
Busca qué aspectos tienes en común con tu comunidad receptora, qué esperan ellos de ti y tú de
ellos, de dónde vienen y para dónde van, toma lo mejor de ellos y dales lo mejor de tí, en eso es que consiste la adaptación!
Mientras más sensibles sean tus sentidos, obtendrás más oportunidades dentro de esta otra cultura, y el aprender a ser tolerante con los otros te enseñará que en toda comunicación existen malos entendidos porque venimos de mundos
diversos y de maneras de interpretar la vida diferente.
Acepta lo
inesperado y trata de adaptarte de la mejor manera, busca alternativas y trata
siempre de llegar a los mejores acuerdos.
Es bueno partir
del reconocimiento de nuestros propios defectos y cualidades, no sólo como
personas, sino como parte de un sistema y una cultura específica, porque todo
eso que traemos con nosotros internamente, dará una lectura a los que nos
rodean, si vendes una imagen de baja autoestima, de desmerecedor o de fracasado,
así será la lectura que de ti mismo estás ofreciendo y así será como te verán los otros. Por el contrario si tomas consciencia del valor que tienes, muestras una alta autoestima y seguridad propia, déjame decirte que los demás se la pensarán dos veces antes de intentar ofenderte y/o maltratarte.
Con ello, no
quiero decir que así se evitarán los conflictos, de hecho propongo que hay que
aprender a aceptarlos y confrontarlos de la mejor manera “negociando“, con ello quiero decir: presentando nuestros intereses, emociones y sentimientos y dejando claro los del otro, en la búsqueda de la elección que más satisfaga a cada una de las partes.
Observa bien el tipo de relación que se genera entre tú y tu interlocutor, el comportamiento verbal y no verbal y los valores y creencias de cada uno. No supongas, pregunta, escucha atentamente y opina de
manera constructiva, forja confianza, se coherente y consistente. Trata de ver
la situación desde el punto de vista del otro.
Aquí debo ser clara en que debes distinguir hechos de opiniones porque
cuando hacemos alusión a situaciones específicas estamos en el terreno de lo
concreto, mientras que cuando opinamos no le damos espacio al otro para
discernir la validez de una situación que está creando conflicto.
Y claro está
también, es muy pero muy importante saber calcular y prever las posibles
consecuencias de ese conflicto.
Algunos asistentes a los diferentes talleres de integración que he llevado a cabo, mencionaron en su momento que un día habían decidido confrontar a sus empleadores por el trato que estaban recibiendo debido a la representación mental que tenían sus jefes en contra de las personas nacidas en otra región del planeta diferente a la suya. (Igual pasa algunas veces con vecinos y hasta con algunos compañeros de trabajo).
Para ello y haciendo alusión nuevamente a la comunicación intercultural yo sugiero:
1. Ser claro y preciso en las apreciaciones
2. Lo suficientemente
gráfico y descriptivo
3. Ser positivo y dinámico (no usar situaciones con verbos pasivos)
4. Limitarse a los hechos en concreto
5. Usar un lenguaje adaptado a la persona con la que estamos intentando llevar a cabo el acuerdo
6. Presentar alternativas o soluciones que puedan resolver el conflicto (no esperar a que sea la otra persona la que deba plantearlas en principio).
A nivel corporal, también recomiendo estar muy atento a:
1. La propia mirada, la cual debe ser fija y directa, sin reservas
2. Los gestos de la cara
3. La
posición y el movimiento de las manos
4. La postura del cuerpo, pues no sabemos
por qué, pero a muchos de nosotros nos cuesta mantener una posición ergida, por
ejemplo
5. La distancia corporal y la posición del mismo. Ejemplos de ello: Nunca intentes hablar sobre un tema importante con alguien que está en posición de huida. O el poder lograr evitar que una persona se te acerque lo suficiente como poder amenazar tu zona personal, la cual corresponde a la que alcanzas con la extensión horizontal de tu brazo
6. El tono y el
volumen de al voz y la rapidez o fluidez en el discurso, los cuales son un requisito primordial a controlar, usa un tono amable con un volumen y una rapidez moderada.
Y finalmente otro consejo: lo cortés no quita lo valiente, podemos confrontar sin dejar de ser amables, mostrando
interés y ante todo dejándose ver como una persona 100% confiable.
+Mónica Riveros