Hoy quiero cerrar
este año con esta última intervención y con ella me quiero referir a la época de recogimiento que de una u otra forma
nos afecta a todos, ese hermoso espacio relacionado con el ritual de reflexión
del último mes, solsticio de invierno, lo cual según para muchas culturas y
religiones conlleva una época de renacimiento espiritual y personal.
Para algunos de
nosotros esta época está representada en la navidad, para otros en el
Amaterasu, o por el festival Beiwe, el Hogmanay, Yule, Zagmuk o el Ziemassvētki, lo que me lleva a pensar que no
importa el nombre con el que lo referenciemos, todos apuntan al mismo ritual,
el ritual de renovación.
Digo “ritual“
para definir las acciones que llevamos a cabo con una finalidad simbólica
basada en nuestras propias creencias culturales que bien pudieron partir o no, del
concepto de renovación y luego ser retomadas por la religión.
Lo
interesante aquí es ver como estos rituales para nosotros los migrantes, se ha
convertido en una manera de reafirmar nuestra identidad y sentido de
pertenencia a nuestra cultura de origen adicionalmente al hecho de marcar
momentos de transición en nuestras vidas cada vez que se presenta un ritual tan
especial como es el del año nuevo o el de la navidad.
Te has
fijado como estos momentos nos permiten ser un motivo de reunión familiar, y/o
a la vez cultural? Me encanta ver como en esta época del año nos ponemos todos
de acuerdo para compartir los bocadillos relacionados con las fiestas de fin de
año entre nosotros. Ver como los colombianos dejamos de ser colombianos para
reunirnos con nuestros compatriotas chilenos, venezolanos, mexicanos,
ecuatorianos, entre otros, para disfrutar de las fiestas de renovación. Claro,
aclarando que todo terminará acompañado de la famosa dieta de año nuevo, mucho
ejercicio y un millón de buenas intensiones que nos permitirán alcanzar dicha
renovación tanto física como espiritual.
Para nosotros los migrantes, estos rituales y
costumbres nos permiten muchas veces sin darnos cuenta lograr transmitirle a
nuestros hijos parte de nuestra esencia, orgullo e identidad.
Sin saberlo, con la navidad estamos compartiendo
con nuestros hijos o vecinos nuestro propio patrimonio cultural y quizás tú
seas uno de los tantos afortunados que podrá timbrarle a su vecino y desearle
feliz navidad. Esto es solo para recordarles a muchos de mis compatriotas
latinoamericanos que tienen la fortuna de vivir un sentido de renovación
colectiva y que también somos muchos los que actualmente nos encontramos en
países que profesan otra religión y que las festividades decembrinas no les
interesan mucho ni para bien ni para mal.
Para los latinoamericanos estás fiestas están
acompañadas de un compromiso y renovación hacia nuestros propios valores y
nuestro ser social, hacia nuestras creencias, responsabilidad, metas,
propósitos y mil cosas más. Por ello, no es raro que te sientas nostálgico,
agotado o feliz, recuerda que es tu época de renovación y que si tienes la
suerte de disfrutarla con alguno de los tuyos y con ello me refiero a amigos,
vecinos, colegas o conocidos, entonces debes aprovechar la situación para hacer
tus votos de renovación.
Tener fé, orar y disfrutar de las fiestas promueven
la sanación personal y espiritual, dándote la posibilidad de trascender y
conectar tu ser anterior, actual y futuro a través de estos rituales
fortaleciendo tanto tus lazos personales, familiares como colectivos.
Así
que disfruta este espacio, habla con otras personas acerca de tu país de
origen, trasmíteles un poco de tus costumbres, los platos típicos y el
significado de esta época para tí; Ya verás cuanto se asombrarán aunque no te
lo hayan preguntado nunca antes ni por casualidad.
Disfruta las cosas
hermosas que te ofrece tu nuevo espacio vital, disfruta de la nieve si es tu
caso o de un verano espectacular, en ambas situaciones disfruta y valora lo que
en realidad significaba un rayo de sol, ver a los niños correr en un parque o
al vecino caminar. Invita nuevas personas a cenar, renueva tu espacio, hazte
nuevos propósitos así ya los hayas hecho mil veces ya.
Mantén
tus rituales de vida, disfruta en tu
nuevo hogar, trasmítele a tus hijos el sentido de las fiestas en las que solías
participar en tu país natal. Has de vez en cuando los menús que te deleitaban,
reza, y crea tu propio sistema de sanación, vive orglloso de tu cultura natal
que te ofreció la posibilidad de ser quien eres, rescátala, resáltala y
compártale porque ella conforma una gran, gran parte de tu identidad.
Así
entonces, solo me resta desearte unas felices fiestas, un feliz año y por ahora
nada más.
Un saludo
muy especial y hasta dentro de un mes porque yo también debo dedicar tiempo a
mi propio ritual de renovación :-)
Pd. Quiero antes de terminar por este año, agradecerles su interés por este blog. Estas estadísticas me animan a continuar compartiendo con ustedes el análisis de los efectos psicológicos de la migración.
+Mónica Riveros
Pd. Quiero antes de terminar por este año, agradecerles su interés por este blog. Estas estadísticas me animan a continuar compartiendo con ustedes el análisis de los efectos psicológicos de la migración.
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