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martes, 11 de julio de 2017

Migrar, ¿vale la pena?

Todos hemos tenido momentos de evaluación sobre nuestro proceso migratorio, en situaciones agradables pero también en situaciones difíciles como en los instantes de soledad, de enfermedad, de diferencias conyugales o cuando hemos recibido tantos no a las solicitudes de trabajo o una nota que no refleja todo el esfuerzo que hicimos por alcanzar esa anhelada meta académica.

Es en esos momentos difíciles que nos detenemos a pensar si no habremos cometido un error al haber decidido salir de casa, de todo aquello que nos era para mal o para bien, totalmente reconocido. El asunto está en que si analizamos bien, los demonios no están precisamente allí donde habitamos ahora, la mayoría de ellos nos acompañan desde mucho antes, desde nuestra niñez y se arraigaron en nuestro pasado.

Por ello, no logramos comprender al otro, por ello sentimos que no avanzamos, tenemos ya un libro lleno de textos, una valija con demasiado peso y para el viajero eso no sirve ni es adecuado, debemos aligerar la carga, retomar lo más básico e importante para este largo viaje y ellos son nuestros principios y nuestras habilidades dejando así espacio para todo lo que nos queda por vivir y conocer hacia adelante.

Aprender a negociar con los otros y con nosotros mismos día a día, reconociendo que la vida es corta para entristecernos o basarnos en la eterna nostalgia de lo que pudo haber sido pero ya no forma parte en la mayoría de los casos de los nuevos espacios y vivencias que hemos establecido.


Migrar está lleno de nuevas experiencias, de un crecimiento continuo, de un registro continuo de imágenes, sabores, olores, texturas y sonidos. Así pues, si un día decidimos regresar a lo que comúnmente llamábamos "casa", estaríamos en posibilidad de regresar con un millón de tesoros de valor incalculable de igual manera. Migrar debe ser considerado como una escuela, una escuela de aquellas donde obtener buenas notas no es nada fácil y por ello esto se valora con creces.

La enseñanza es vivir y vivir intensamente sin dejar que se te escape ni el más mínimo positivo registro de lo que ella, la vida, te enseña, que eres de tu país de origen, que ahora perteneces a tu país de acogida, que tus hijos y tu pareja son tuyos pero a la vez nunca lo han sido; que tu familia de origen y muchos buenos amigos estarán siempre allí cuando más lo necesites sin importar distancias ni tiempos acaecidos.


Así que retomemos aire, miremos hacia el horizonte, determinemos metas y continuemos en este extraño pero interesante camino!


Felices vacaciones de verano  o invierno según el hemisferio donde te hayas establecido.

+Mónica Riveros
www.online-psicoterapia.com


lunes, 14 de septiembre de 2015

La Persistencia

Ante todo mil disculpas por el abandono en el que he tenido el blog desde el mes de abril pero para ser sincera, una de las fortalezas de la virtud del "coraje" que es la "persistencia", me ha mantenido alejada por un tiempo largo de nuestro espacio de diálogo.
  
Como profesional en el área de la psicología, las circunstancias de la vida hicieron que un desastre acaecido a finales del primer trimestre del año en suelo europeo alternara el rumbo de mi área profesional con otro campo que es de mi conocimiento y experticia, el de la psicología de emergencias.

Allí tuve el deber y el privilegio por tres meses de lograr a cabalidad la tarea que me fue encomendada como lo mencionó mi jefe de misión, de llevar "un momento de paz" a los familiares de los fallecidos en uno de los tantos accidente que desafortunadamente están ocurriendo en nuestro planeta últimamente. Al finalizar con este deber quise entonces hacer un intento por regresar a mis actividades cotidianas en el tema migratorio, pero aún así, la vida nuevamente me trazo un nuevo reto, ya que cuando me disponía a retornar a mis actividades terapéuticas, una vez más, ella, la vida, me ofreció otra lección de templanza, al tenerme que llenar de paciencia, fortaleza y nuevamente "persistencia" al enfrentar una cirugía de la cual me encuentro a punto de superar solo hasta ahora, el tiempo de convalecencia.


Así pues, las enseñanzas de los últimos casi seis meses fueron muy enriquecedoras, ya que me hicieron recordar lo que era trabajar o recuperarse principalmente con la fortaleza definida como "persistencia", persistencia en llevar a cabo una acción basada en una meta específica de forma voluntaria y llena de fuerza de carácter, superando cuantos obstáculos fuesen necesarios (barreras idiomáticas, diferencia de conceptos o cansancio en extremo) y cuantos sentimientos llegasen a embargar mi mente, mi cuerpo o mis emociones (tristeza, desesperanza, malestar, rabia y desolación, entre otras) pero con la firme convicción de conseguir finalmente los objetivos propuestos.


Y es esta "persistencia" la que quiero recordar hoy, pues como migrantes nos vemos avocados a desarrollarla día tras día, bien con el ánimo de generarnos un espacio vital que cubra todas nuestras necesidades básicas (abrigo, alimentación, salud, empleo), bien para poder entreteger una red social que nos permita formar parte de un entorno cercano y de primera mano conformado por personas que puedan entendernos, escucharnos y hasta ayudarnos en caso dado; pesistencia para lograr expresarnos satisfactoriamente en otro idioma o para lograr el reconocimiento o el aporte que queremos hacer a la humanidad de forma tan anhelada como seres humanos.

Esta persistencia a veces se nutre de condiciones externas como la necesidad de ayudar a otros y algunas veces se abastece de condiciones internas como el deseo de reponerse física o mentalmente al 100% de las vicisitudes a las que nos vemos expuestos. Esa misma persistencia, puede ser también global o estable, como el intento que llevamos a cabo día a día por hechar raíces definitivas en ese nuevo territorio que alguna vez nos fue totalmente desconocido y que hoy casi que podríamos definir como nuestro nuevo espacio de vida, o bien puede ser definida esa persistencia como circunstancial o específica al buscar dar lo mejor de nosotros mismos ante una meta específica como es la de llevar alivio a otros o poder protegernos a nosotros mismos.


Finalmente, persistir no implica buscar la perfección sino proporcionar lo mejor de sí mismos reconociendo nuestros límites y capacidades, pero enfocados en cumplir de la mejor manera nuestro cometido con sabiduría y conocimiento, entonces mi reflexión de hoy me lleva a preguntarte si ¿te has felicitado o te has detenido a pensar alguna vez, por o en, lo gran persistente que has sido contigo mismo y con tus metas?

Si no, te invito a que lo hagas, te felicites y te reconozcas por todo lo que has logrado y todo el deber que contigo mismo has cumplido.


Hasta la próxima.